Añadir a mis listas

Crea tu nueva lista

La musa de ‘Nueva Yol’: la matriarca boricua que conquistó a Bad Bunny

El Caribbean Social Club de Toñita, un chinchorro boricua en Brooklyn que por cuatro décadas ha sido refugio de la diáspora, emerge como símbolo de resistencia y orgullo junto a Bad Bunny.

Bienvenidos a un nuevo rincón en Platea, Primera Persona. En esta sección, exploraremos reflexiones profundamente conectadas con Puerto Rico, esas que te hacen sentir un cosquilleo del bueno en el corazón.

Champán con mofongo. Eso fue lo que serví hace más de una década en uno de los cumpleaños de mi hermana en el Caribbean Social Club de Brooklyn, también conocido como “Toñita’s”, la matriarca de uno de los últimos clubes sociales en toda la ciudad de Nueva York.

@tonitasny, Instagram

En su estilo de “chinchorro”, con su mesa de billar gastada, mesitas de dominó y una vellonera que igual toca FANIA que Bad Bunny, Toñita lleva más de cuatro décadas logrando que diversas generaciones de variadas trayectorias–puertorriqueños primero, luego latinos y sus aliados–se encuentren bajo un mismo techo.

Antes de que Bad Bunny entonara la línea “un shot de cañita en casa de Toñita y PR se siente cerquita,” en su canción “Nueva Yol” y la sentara en primera fila en The Tonight Show con Jimmy Fallon, María Antonia Cay, “Toñita,” ya era conocida como la patrona de la cultura boricua en la diáspora de Brooklyn.

Su nombre ya aparecía en documentales, entrevistas, y en historias de celebridades como Madonna, Rauw Alejandro, y J Balvin, entre muchos otros que se han dado la vuelta por ahí. 


Pero esta reciente conexión con Bad Bunny no se trata de un gran artista dándole voz a un pequeño establecimiento, sino del encuentro de dos próceres puertorriqueños de hoy.


Una matriarca en Los Sures

Natural de Juncos, Puerto Rico, Toñita llegó a Nueva York con la ola de nuevos inmigrantes puertorriqueños que llegaron de la isla entre las décadas de los 50 y 60.

Durante esta Gran Migración, muchos puertorriqueños se establecieron en la parte sur de Williamsburg, Brooklyn, que eventualmente se conocería como Los Sures. Durante muchos años, Los Sures se convirtió en una comunidad puertorriqueña vibrante, un pedazo de Puerto Rico fuera de la isla, donde la cultura brotaba en cada esquina.

@tonitasny, Instagram

Toñita tenía solo 15 años cuando llegó al vecindario. Pasó 20 años trabajando en una fábrica de faldas, ahorrando sus chavitos para traer a su familia de la isla. En 1986, compró el edificio en Grand Street que se convertiría en el Caribbean Social Club, una decisión que ha permitido que el espacio sobreviva décadas de gentrificación que han cambiado drásticamente el vecindario.

En un área donde quedan pocas memorias de la cultura latina, Toñita se mantiene firme.

Me han ofrecido hasta 9 millones de dólares y no pienso vender nunca,” dijo en una entrevista para Telemundo en junio. “Nos quedaremos aquí mientras Dios quiera.”

Un hogar para todos

El club comenzó como un lugar de reunión para equipos de béisbol del vecindario, pero evolucionó para convertirse en un espacio vital de intercambio y celebración cultural. Desde sus principios, Toñita no solo ha dirigido un club, sino que ha creado un hogar. 

Los domingos y ciertos días, cocina para quien lo necesite, gratis. Y tú vas y te sirves un plato de arroz y habichuelas, te tomas una Medalla (esa sí la pagas) sin preguntas, sin condiciones.

Su generosidad es legendaria, y su espacio ha servido como un punto de encuentro de artistas conocidos y emergentes.

En la reciente migración causada por la crisis económica de Puerto Rico, el club sirvió de refugio para una nueva generación de boricuas que tímidamente tocó en sus puertas. Raquel de Buscabulla, quien también colaboró con Bad Bunny en su tema “Andrea”, recordó en una entrevista para The Guardian:

“Todavía me acuerdo del día en el 2008 de ir de camino a un restaurante con Joel y asomarme en el Caribbean Social Club. No me atreví a entrar porque estaba lleno de peloteros y seniors y el me dijo “entremos. 🤣 El resto es historia.”

Ya en esos momentos, el Caribbean Social Club servía de espacio cultural que unía generaciones y celebraba el orgullo boricua de una manera especial. Raquel es parte de un linaje de artistas que también incluye a otras propuestas indies como Musaraña y hasta pintores como Bobby Cruz, quienes encontraron inspiración y apoyo bajo el techo de Toñita. 

Toñita y Bad Bunny: De un pájaro las dos alas 

Hay ecos de todo lo que representa Toñita en el trabajo de Bad Bunny, particularmente en su más reciente álbum, Debí Tirar Más Fotos. Al igual que Toñita, Benito ha creado un espacio donde las personas y el entorno se tienen que adaptar a él, no al revés. 


En su música se palpa ese orgullo inquebrantable y espíritu de resistencia–de yo soy así y no me importa lo que piensen–que corre por las venas de Toñita hace décadas. 


Y ahora Bad Bunny honra a este ícono presentándola al mundo. Con esto no sólo pone a Toñita en un escenario global, sino que le habla directamente al público que es central para ambos: los boricuas, Latinos y sus aliados. Como compartió un fan en las redes: “BB dice ‘Toñita está en la casa” y rompí a llorar.”

Al verla y honrarla, Bad Bunny transmite un mensaje a su comunidad. Parece decir: “Te oigo. Te reconozco. Y voy a elevar tu voz tan alto y lejos como llegue la mía”. En ese sentido somos todos Toñita.

¿Se habrá imaginado Toñita todo esto cuando llegó con 15 años a los nuyores? Quisiera pensar que, aunque no sabía la forma, siempre se supo una duraca y que algo así era posible.  

Entre Brooklyn y Puerto Rico, Suset Laboy ha forjado su camino como historiadora, escritora y cofundadora de LalaboyPR, una firma de consultoría creativa enfocada en historias latinas.