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¿Qué paso con el pronóstico de una temporada intensa de huracanes?

Cuando Beryl se convirtió en julio en el huracán de categoría 5 que más temprano se ha registrado en el Atlántico, parecía que los pronósticos de una temporada de huracanes 2024 extremadamente activa se harían realidad. 

El Atlántico, sin embargo, ha estado más tranquilo de lo esperado. Al momento, se han formado siete tormentas tropicales con nombre en 2024. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) pronosticó en mayo que habría entre 17 y 25 ciclones. 

“La temporada comenzó prometiendo que iba a ser muy activa”, dijo Ángel Adames Corraliza, profesor puertorriqueño de meteorología tropical en la Universidad de Wisconsin. “Pero ha ocurrido lo contrario. No hemos visto un huracán intenso formarse como Beryl y lo que hemos visto es más bien un silencio”. 

Entonces, ¿qué pasó con los pronósticos de una temporada de huracanes histórica? ¿Y cómo impactará el resultado de esta temporada futuras predicciones? 

Aunque la respuesta no sea clara de inmediato, según Adames Corraliza, existe evidencia tentativa de que factores atmosféricos conocidos como teleconexiones– las interacciones entre fenómenos meteorológicos en regiones distantes– se volverán más difíciles de predecir en el futuro. Un ejemplo de una teleconexión es cómo El Niño, un fenómeno relacionado con el calentamiento del océano Pacífico, impacta los vientos en el Caribe. 

“Eso puede ser un factor que va a causar posiblemente que el pronóstico de la temporada sea un poquito más difícil”, manifestó.

¿Cómo se predicen hoy en día los huracanes?

Los investigadores analizan factores como las temperaturas oceánicas, los vientos y el estado de El Niño para pronosticar la temporada de huracanes, explicó Adames Corraliza. 

Según la Universidad Estatal de Colorado, el investigador Bill Gray documentó en 1984 que la actividad de huracanes en el Atlántico respondía a una variedad de factores atmosféricos y oceánicos. Es más probable, por ejemplo, que los huracanes se desarrollen cuando hay altas temperaturas en  la superficie del mar, aire húmedo y vientos cortantes leves. 

¿Por qué no hay tormentas?

Hay varios factores que no se toman en consideración en los pronósticos que podrían impactar la actividad de la actual temporada de huracanes, señaló Adames Corraliza.

Las ondas tropicales, por ejemplo, se forman en el continente africano durante la estación del monzón (un viento estacional que produce lluvias). Este año, sin embargo, el monzón se ha desplazado al norte, una región más seca. 

“Al estar más al norte, están saliendo más cercanos a esta región subtrópical que tiende a ser más seca”, detalló Adames Corraliza.

“No hay suficiente humedad para sostener la onda tropical y la onda se disipa”. 

El aumento de temperatura en las altas capas de la atmósfera  figura como otro factor que afecta el desarrollo de tormentas. Según Adames Corraliza, esto crea condiciones más estables. La formación de tormentas eléctricas, sin embargo, requiere una atmósfera inestable.  

“Al aumentar las temperaturas en la atmósfera alta más que en la atmósfera baja, se tiende a estabilizar la atmósfera y eso puede estar contribuyendo a la reducción de actividad ciclónica. Eso está asociado a las consecuencias de El Niño. El Niño se está disipando, pero esas temperaturas se tardan dos o tres meses en disminuir”, señaló.

¿Cuál es el nuevo pronóstico de la temporada de huracanes?

En agosto, la NOAA actualizó su pronóstico para la temporada de huracanes, que culminará el 30 de noviembre. La agencia anticipa 17 a 24 tormentas con nombre, de las cuales ocho a 13 podrían convertirse en huracanes, un pronóstico casi idéntico al que publicaron en mayo. 

Foto: NOAA

Según la NOAA, la posibilidad de que se desarrolle La Niña en los próximos meses podría debilitar la cortante del viento sobre la cuenca del Atlántico, lo que permitiría que las tormentas se desarrollen e intensifiquen.

En tanto, los investigadores de la Universidad Estatal de Colorado mantuvieron en agosto el pronóstico de una temporada de huracanes extremadamente activa en el Atlántico, con 23 tormentas con nombre.